39 camas en una sala general, con altos techos, pero con recintos separados donde los peregrinos pueden encontrar un rincón de descanso semiprivado. La reciente restauración realizada en el edificio ha contemplado la ejecución de compartimentos dotados de camas separadas por paramentos de madera que permiten el aislamiento visual facilitando el descanso y a la vez manteniendo la magia del espacio abuhardillado que genera la cubierta a dos aguas. Sus acabados claros transmiten la sensación de limpieza y tranquilidad que el viajero necesita para recuperarse tras la larga jornada. Un descanso en el camino.
Cada peregrino dispone de un armario taquilla con llave junto a su cama.